¡Dios está con nosotros en todo esto!

Hna. Joan Meerschaert, O.P.
Hermana Dominicana de Adrian,
Adrian MI USA

Es una hermosa y soleada mañana de otoño, y las hojas comienzan a tomar tonos dorados y rojos. A primera vista uno piensa «Todo está bien en el mundo», y luego regresa el recuerdo de la presencia de COVID-19 en nuestra vida diaria.

Desde marzo de 2019, el mundo ha sido bastante diferente. Los días y meses han sido desafiantes. Mucho de lo que una vez se dio por sentado, simplemente no puede ser asumido hoy en día. La misa se ve a través de la computadora o la televisión, los amigos y la familia pueden ser visitados por teléfono o correo electrónico, pero no en persona, ya que el campus continúa cerrado a los visitantes y amigos. No podemos asistir a los velorios y funerales, por lo que las muertes de familiares y amigos queridos no está incluido en el confinamiento; que normalmente prevee la asistencia a un velorio o funeral. Un simple viaje a la tienda o a la farmacia no es una opción, así que un viaje al médico o al dentista se convierte en una emocionante oportunidad para un breve cambio de escenario.  Vacaciones, familia y comunidad las celebraciones, los cortos recorridos coloridos, todo se convierte en algo para planear con esperanza en el futuro, pero no en este momento.

Sin embargo, a pesar de los desafíos y restricciones, cada día estamos llamados a recordar que Dios sigue estando pendiente y está con nosotros en todo esto. A veces hay un vacío o hueco en los días, pero otras veces llegamos a apreciar aún más la presencia de Dios en nuestra vida diaria, y aprendemos a apreciar la diferencia entre las cosas que «necesitamos» y las que «queremos». Ha habido un tiempo extra para leer, para rezar, y sólo para «ser» … incluso para esa segunda taza de café de la mañana. En esos momentos en que nos sentimos deprimidos, solos o desanimados, podemos usar esos momentos extra que tenemos para la oración, y para renovar nuestra confianza en Dios. Podemos conocernos mejor (al menos aquellos con los que nos codeamos a diario). Damos gracias por las formas en que hemos sido bendecidos y pedimos a Dios que esté con nosotros mientras caminamos por estos extraños caminos de la pandemia. Nos volvemos los unos a los otros (cualquiera que sea el tamaño nuestra comunidad temporal) para el apoyo y la comprensión. Seguimos siendo un pueblo agradecido por todo lo que se nos ha dado, y recordamos en la oración a aquellos que sufren de la enfermedad o de otro lado los efectos de la misma. Nuestras vidas han cambiado en estos meses, y a veces los cambios no son fáciles de afrontar, pero en todo esto sabemos que Dios sigue con nosotros y mirando sobre nosotros y no nos ha dejado solos.

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