CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DE HERMANAS DOMINICAS (DSIC)
La llamada a predicar el Evangelio a través de la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación
La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta plenamente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio.
(Sínodo de los Obispos 1971)
El ministerio de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) ha sido uno de los principales componentes de la estructura del DSI desde su fundación en 1995. Las Hermanas Dominicas de todo el mundo han participado activamente en varios proyectos de justicia y paz que ayudan a abordar muchas cuestiones y preocupaciones de nuestro pueblo y la sociedad. La promoción de la justicia y la paz es fundamental para el discipulado cristiano y, como tal, es intrínseca a nuestra vocación dominicana. Se convierte en la perspectiva a través de la cual nos comprometemos en nuestros diversos ministerios, ya sea la educación, la liturgia, la catequesis, la formación o el ministerio pastoral en todas sus diversas formas.
La Promotora Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de la Confederación Internacional de Hermanas Dominicas (DSIC) es responsable de fomentar la apreciación del tercer objetivo de la DSIC: «fomentar un orden mundial más compasivo a través de la promoción de la justicia y paz e integridad de la creación y derechos humanos, especialmente los derechos de la mujer» Su labor puede destacarse como intercambio de información y otras formas de acción social con y en nombre de las Hermanas Dominicas de todo el mundo. La Coordinadora Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación trabaja conjuntamente con las 5 Promotoras Continentales de Justicia y la representante de DSI en las Naciones Unidas en Nueva York.
En la actualidad, las Hermanas son:
Promotoras Continentales
ALGUNOS DE LOS DESAFÍOS:
MIGRACIÓN
La historia registrada ha demostrado que los humanos siempre han migrado de una parte del mundo a otras tanto voluntaria como involuntariamente. En su mayor parte, la migración voluntaria fue impulsada por las necesidades de supervivencia (suministro suficientes de alimentos, seguridad frente a las condiciones climáticas adversas, seguridad frente a los disturbios sociales y políticos y la represión, la intolerancia religiosa, el comercio, etc.), mientras que la migración involuntaria consistió en el tratamiento de la persona humana como una mercancía que debía comercializarse y adquirirse para obtener un beneficio económico y como parias sociales en la limpieza étnica.
Hoy en día, a pesar de los notables avances que se han hecho en la autocomprensión humana, así como los grandes logros que se han alcanzado en la tecnología, el mundo es un lugar inhóspito para millones de personas. Somos testigos cada vez de las más amplias divisiones de raza, género, vinculación religiosa y estatus socioeconómico que hacen que cualquiera que sea «otro» sea una fuente de miedo y sospecha. La amenazante realidad del calentamiento global ha obligado a las personas a abandonar sus hogares y medios de vida en busca de seguridad alimentaria y agua limpia. Además, los conflictos armados en todo el mundo siguen impulsando a las personas a buscar lugares donde puedan vivir con una relativa sensación de paz y seguridad.
Además del trabajo crítico de defensa de la justicia, nuestras Hermanas viajan con los migrantes como una expresión integral de nuestra misión de predicar el Evangelio. Esta predicación toma muchas formas concretas moldeadas por las necesidades emergentes y los territorios en los que se encuentran los migrantes. En muchos países nuestra predicación consiste en la sensibilización a través de la educación y las acciones estratégicas de defensa, la colaboración entre los dominicos y con otros grupos de intereses similares en la lucha contra la corrupción, al tiempo que se capacita a las personas para que encuentren su voz en defensa de sus derechos. Los dominicos traen alivio, esperanza y compañía a muchos cuyas vidas espirituales se expresan en solidaridad con sus compañeros peregrinos mientras juntos abogan e interceden por la paz entre todos los miembros de nuestra familia humana.
TRÁFICO HUMANO
El movimiento masivo de personas alrededor del globo hoy en día está profundamente conectado con la tragedia de la trata de personas. En su mensaje del Día Mundial de la Paz de 2015, «Ya no somos esclavos, sino hermanos y hermanas», el Papa Francisco invitó a todos los religiosos a participar en la lucha contra la trata de personas. DSI apoya y promueve las iniciativas contra la trata de sus congregaciones miembros y ha creado su propia red dominicana contra la trata en un esfuerzo por conectar a nuestras hermanas en esta labor tan importante.
LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y EL CUIDADO DE LA CREACIÓN
En su Encíclica de 2015, Laudato Si, el Papa Francisco nos recuerda que «todo está conectado». Y en su más reciente …Querida Amazonia, cita a Benedicto XVI que declaró que «junto a la ecología de la naturaleza, existe lo que se puede llamar una ecología ‘humana’ que a su vez exige una ecología ‘social’. Todo esto significa que la humanidad… debe ser cada vez más consciente de los vínculos entre la ecología natural, o el respeto por la naturaleza, y la ecología humana».
Hoy en día, somos testigos de un desprecio sin igual por el mundo natural y su integridad inherente; así como por las poblaciones indígenas que han habitado sus tierras natales durante siglos como cuidadores ejemplares de la naturaleza. La avaricia corporativa que domina la escena mundial, especialmente la industria minera, ha causado estragos en los suministros de agua, la calidad del suelo y la vitalidad de los ecosistemas en todo el mundo, y ha expulsado de sus hogares a innumerables hombres, mujeres y niños. Pero tal vez en ningún lugar esto es más vívido hoy como en la cuenca del Amazonas. Nuestras hermanas viven y trabajan con los pueblos indígenas en algunos de estos países amazónicos, incluyendo Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) destacan los principios de dignidad y libertad que las poblaciones indígenas han visto violados durante siglos. Las denuncias de todas las formas de opresión y esclavitud por parte de destacadas figuras históricas dominicanas como Antonio de Montesinos, Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas permitieron la defensa de los derechos humanos y en particular, los derechos de los pueblos indígenas y la preservación de su cultura. Inspiradas por esta larga historia de defensa de los derechos humanos y la profunda conexión entre el mundo natural y el bienestar humano, nuestras Hermanas siguen concientizando sobre la integridad de la vida de los pueblos indígenas y los ecosistemas en los que viven.
Nuestras hermanas y otros miembros de la Familia Dominicana, junto con muchos otros en la Iglesia y en la sociedad civil, continúan concientizando sobre los tesoros de la vida que residen en estas poblaciones con respecto a su comprensión de la abundante bondad de Dios presente en la creación y nuestra responsabilidad y gratitud humanas en la forma en que participamos de los recursos de la tierra. Educan a los pueblos indígenas sobre sus derechos, abogan por ellos, defienden sus derechos y viajan en el aprendizaje mutuo y la contemplación del amor de Dios por la humanidad y su providencia.