RETAZOS DE UNA EXPERIENCIA

H. MVSU
Dominicas de la Anunciata

En el fondo del corazón hay muchos sentimientos encontrados, muchos aprendizajes compartidos (no se si todos los que esta situación enseña), ha habido reflexión, oración, indignación, admiración…. Como en cada una de nuestras comunidades.

Hemos orado, hemos celebrado la Resurrección del Señor y este tiempo pascual en confinamiento, hemos palpado en estos días cómo las palabras del Señor, “Yo estaré siempre con vosotros” de alguna manera se han hecho realidad en tantas instituciones y personas que han dedicado tiempo y recursos a ayudar en las múltiples necesidades que aparecieron. 

Para todas nosotras las Dominicas de la Anunciata ha supuesto una preocupación grande por las hermanas mayores que tenemos aquí y un ¡Gracias! Porque hasta este momento el virus “pasó de largo” por cada una de las cuatro residencias que tenemos en España, claro que hermanas mayores no sólo hay en las residencias…y la preocupación al final es por todas.

Al consejo general y consejos provinciales el virus los ha situado en los lugares que la pandemia ha marcado, de ninguna manera en los lugares que fueron programados y así hemos iniciado usando, lo que por otra parte no es novedad, otro recurso como es las reuniones de los Consejos online.

En comunidad se ha sufrido por todos esos sectores más débiles de la sociedad que, no tienen, ni las casas que aparecen en la televisión para poder confinarse, ni aparatos e instrumentos musicales para paliar esos días largos y grises y sí, realmente hemos sufrido por ellos. Y hemos constatado nuestras “riquezas” visibles en este confinamiento y que se traducen en amplios espacios, en nuestro caso, que nos han permitido movernos y estirar las “articulaciones” aunque a algunos todavía les resultaran un poco pequeños.

Como estamos enfrente de la Clínica Santa Elena nos ha abrumado y entristecido bastante cómo ha cambiado el paisaje de la misma. En lugar de tranquilos pacientes que acudían a visitas externas, vehíamos ambulancias que, a cualquier hora, hacían cola para llevar a los enfermos o para retirar personas fallecidas.

Pero en ese mismo lugar también hemos reído, aplaudido, agradecido y cantado con los sanitarios en la cita diaria. Y cada día el “resistiré” apoyaba nuestra fortaleza.

Una lección que por mucho que ya la sabíamos, el coronavirus nos la ha mostrado con toda su crudeza. Las grandes potencias han temblado indefensas ante una partícula microscópica.  Nuestro sistema capitalista y consumista hace aguas (no se sostiene o tiene fallas), hemos palpado con que facilidad puede desaparecer todo lo que con tanta fatiga habíamos conquistado.

De esta lección, si está aprendida, puede nacer algo nuevo, Dios lo quiera. Ofrezcamos nuestra colaboración.

Nuestro planeta tierra también se preguntará si al final de esto habremos aprendido algo o ¿nos mirará un poco escéptico?

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