Jueves Santo: El Maestro se hace siervo
Una prueba de nuestra trascendencia es la posibilidad que tenemos de habitar el presente, pero también a través del recuerdo, visitamos el pasado, y al futuro también tenemos acceso, por medio de la imaginación y de la esperanza.
Esta interconexión en el tiempo es la realidad que nos presenta Pablo, al evocar lo que ha recibido del Señor, y simultáneamente ha transmitido, con relación a las palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía”. Recibir, transmitir, hagan esto, son acciones que evidencian un poco el misterio que celebramos hoy. Esta la convicción de que en el mundo todo está conectado, todo está relacionado (LS N.16), es uno de los ejes principales que atraviesa toda la encíclica Laudato Sí’.
Entender el mundo como un ecosistema en el que no se puede actuar sobre una parte sin que las otras no se sientan afectadas, siendo conscientes que hay un intercambio permanente de energía, materia, nutrientes, entre los diferentes elementos naturales, vivos y no vivos como el suelo, las rocas, el agua… dependemos unos de otros y el respeto a esta relación de interdependencia crea armonía.
Durante su vida en la tierra y especialmente durante la última cena, Jesús transmite este mensaje a sus discípulos: El, el Maestro se hace siervo, el Señor se convierte en esclavo, para compartir su Cuerpo, su Sangre, su Vida con ellos, manifestando así el íntimo vínculo que los une, que les da vida.
Simultáneamente hay una invitación a continuar la profundización de este vínculo: “Haced esto en memoria mía”, a prolongar la transmisión de lo que hemos recibido, la Vida de Jesús, Dios mismo hecho hombre, nuestro hermano y nuestro salvador.
Que nuestra vida cotidiana sea modestamente un testimonio de este Amor inmenso que hemos recibido y que deseamos compartir con nuestros hermanos y hermanas en un mundo en el que todo esta interrelacionado.

Sor Rosario Garcés del Castillo
Dominica de la Presentación