Buscando una vida con sentido, vamos caminando esperanzad@s: tercer domingo de Cuaresma

Nos encontramos en este tercer domingo de cuaresma con un texto que presenta en un primer momento a unas personas que le comentan a Jesús unos acontecimientos que no comprenden y necesitan que Él les ayude a interpretarlos.

Y en seguida Jesús les relata una parábola. Dicha parábola nos habla de una higuera que en sus buenos tiempos brotan frutos muy ricos, sabrosos, es un árbol que da dos frutos en el año, el higo y la breva. Pero en este relato es estéril y por ello el dueño da la orden de eliminarla. Tiene razón, no produce.  

En nuestra vida cotidiana podemos descubrirnos como ese árbol, perdiendo el sentido, la razón de ser, el norte y experimentar que la existencia ya no tiene sabor. Nos hemos acostumbrado a vivir así, lejos del proyecto del Dios humanado. Más bien hemos preferido lo que nos ofrece el mercado, la sociedad permisiva, cómoda, violenta, corrupta, indiferente… ello ha entrado a nuestras comunidades y familias, y la vida se va apagando, convirtiéndonos en personas vacías, estériles, sin esperanza.

Es tiempo de recordar, de volver la mente y el corazón a nuestro Dios, él nos ha regalado dones para el bien, para compartir lo mejor de nosotr@s que ayude a generar vínculos y relaciones sanas, en donde mane leche y miel, espacios fraternos en donde la justicia y la paz se besan, haciendo posibles pueblos hermanados, comprometidos con el cuidado de la casa común. Es el sueño de Dios.

Estamos en la hora de volver a Dios, de retomar el camino junto a otr@s, buscar en este tiempo jubilar aquello que nos puede condonar tantas deudas acumuladas, no enfrentadas y no sanadas.     

Ha llegado el momento de tomar en serio la vida, acojamos al viñador que nos ofrece una oportunidad para cambiar, para retomar el rumbo extraviado, acojamos al Señor y demos fruto de conversión que se traducen en actitudes concretas, que tocan el corazón del Dios compasivo y misericordioso que nos abrasa.

Entonces, hoy se nos ofrece la ocasión para vivir bajo su amparo, volviendo a una vida con sentido, con esperanza, es decir siendo personas conscientes de la urgencia del cuidado de la vida, de la casa común, creativ@s para gestar espacios comunitarios en donde todos caben, siendo profetas en tiempos tan complejos como nos toca vivir, solidari@s con los pequeños y empobrecidos, agradecid@s del Señor que nos llama a ser como Él: mujeres y hombres de esperanza, dispuestos a cambiar el corazón de piedra por uno de carne compasivo y misericordioso, por eso le pedimos…   

Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.

Marcela Soto Ahumada, Dominica Misionera de la Sagrada Familia, chilena viviendo en Bolivia alrededor de 24 años en un barrio de Cochabamba. Estudió Educación Física en la Universidad de Concepción, Teología y Misionología en la Universidad Católica de Cochabamba y la maestría en Teología en la Universidad Javeriana de Bogotá.

Es coordinadora de la comisión de JPIC de la Conferencia de Religios@s de Bolivia; es parte de Amerindia, de Catholic women’s council habla hispana. Da clases de Seguimiento de Jesús y discipulado, de Cristología de la VR y de Teología de VR en el Intercongregacional “Nazaret” de Cochabamba.

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