Hermanas Dominicas en Libano: viviendo kayrós de fe y de esperanza
La comunidad de El Líbano de las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, está conformada por una hermana francesa, una burkinabé y dos mexicanas. Hace apenas un año que llegamos a Ghodrass, un poblado en las montañas del distrito de Keserwan, un distrito cristiano.
El país se organiza en distritos, al sur, prioritariamente, los distritos musulmanes; al norte los cristianos. De igual forma en Beirut: al sur se encuentran preeminentemente los barrios musulmanes y al norte los cristianos. El Líbano es el país de Medio Oriente con mayor presencia cristiana (aproximadamente el 37% de la población).
Compartimos con ustedes algo de lo que estamos viviendo, teniendo en cuenta que, la ausencia de una hermana árabe en la comunidad, nos dificulta comprender la forma en la que los libaneses, aún los cristianos, entienden y viven el conflicto en el Medio Oriente; constatamos que ellos llevan en lo profundo de su ser, las consecuencias de décadas de luchas bélicas en esta región del mundo.
![](https://dsiop.org/wp-content/uploads/2024/11/WhatsApp-Image-2024-10-10-at-8.13.18-PM-2-1024x768.jpeg)
Vemos rostros tristes, cansados, desgastados, preocupados (muy preocupados), desconfiados; si bien es cierto que, desde antes del 17 de septiembre del presente año, el trabajo ya escaseaba, los salarios eran muy bajos y muchas familias habían emigrado, “ahora todo esto empeorará” -dicen los vecinos-. Los precios han subido; gracias a Dios los productos de primera necesidad no han escaseado; los productos de no canasta básica tienen poca o nula clientela, muchos dueños de estos negocios han cerrado para emigrar.
Los directivos del hogar para ancianos de Ghodrass se han visto en problemas, su voluntariado es prioritariamente francés, pero recientemente, el gobierno de Francia ha pedido a sus ciudadanos no viajar al Líbano y a los que ya estaban, les ha solicitado abandonar el país: de un día para otro los ancianos se encontraron con menos manos para atenderles.
En nuestro poblado, especialmente en las primeras semanas de octubre, escuchamos detonaciones y alcanzamos a ver la fumarola, se trataba de ataque con misiles en los barrios musulmanes cercanos (¿7 km? ¿10 km?). El constante sonido de avionetas sobrevolando el territorio nos hace pensar: “Ahí va la muerte”.
Los grupos parroquiales que habían reservado alguna fecha en nuestra casa de oración, han cancelado, los párrocos prefieren la prudencia.
Algunas familias de Beirut escriben a nuestra querida Sr Henriette pidiendo oración, allá las cosas se viven en tensión constante. Las familias que no han tenido a dónde huir o las que han decidido no salir[1], ruegan a Dios para que el misil no caiga sobre o cerca de su vivienda, hablan de noches sin dormir, en angustia plena; alguien más pide oración por alguna persona desaparecida (malignamente los primeros en ser desaparecidos son los médicos[2]).
Las cuatro hermanas de la comunidad decidimos quedarnos en este probado país, creemos que nuestra permanencia es, en sí misma, un acto misionero. Nos preguntamos ¿qué hacer para acompañar el dolor de los libaneses? Resolvimos hacerlo con la adoración Eucarística ¿hay acaso un Bien mayor que la Eucaristía? Con nuestros vecinos, la llevamos a cabo cuatro días a la semana.
![](https://dsiop.org/wp-content/uploads/2024/11/WhatsApp-Image-2024-10-03-at-7.51.22-PM-1024x461.jpeg)
Para nosotras las Hermanas vivir esta situación ha sido un kayrós de fe y de esperanza; un impulso para la revisión cotidiana de cómo vivimos la consagración; una diaria renovación del Fiat; la constatación de la fragilidad y pequeñez personal; un inmenso deseo de inculturación; una conciencia renovada de la inmensidad de dones de Dios recibidos en lo cotidiano, a veces ignorados por su “obviedad” (salud, casa, alimento cotidiano, agua potable, descanso nocturno, ropa limpia).
“Es en este contexto en el que la pequeña comunidad cristiana de Oriente Medio es puesta a prueba continuamente, incluso hoy, como lo fue en la época de nuestros mártires. De Gaza al Líbano, de Siria a Irak, de Egipto a Sudán, son muchos nuestros hermanos y hermanas en la fe que sufren cada día. Pero junto a esas tragedias, también debemos recordar la maravillosa fidelidad a Cristo que saben dar. Hay que reconocer la fuerza y la belleza del testimonio de no pocos jóvenes cristianos, por ejemplo, que, en los muros de las iglesias destruidas por las bombas, no hace tantos años, quisieron escribir: «¡Pero nosotros os perdonamos!». Este es el modo de ser cristiano en Oriente Medio”[3].
Hna. María de los Angeles Flores
[1] Salir no es tan sencillo, la gente teme que, al dejar sus casas vacías, éstas sean ocupadas y después no las puedan recuperar, ya que la ley favorece a quien habita la casa. Las guerras precedentes les dieron lecciones dolorosas.
[2] Así fue en las otras guerras los médicos fueron amenazados, secuestrados, desaparecidos o asesinados.
[3] De la homilía de canonización de los Mártires de Damasco, 21 de octubre de 2024, otorgada por S.B. Pierbattista Card. Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén.