UN MES INTENSO JUNTO AL COVID-19
Hna. Cristina Antolín Tomás, OP
Priora de la Congregación Santo Domingo
España
Es la primera vez que trabajo como medico en España. Cuando oía cada día en las noticias: tantos infectados, tantos fallecidos, médicos contagiados, personal sanitario desbordado… mi corazón saltaba en mi interior. ¿Cómo no me llaman si yo había enviado mi curriculum al colegio de médicos como voluntaria?. Por fin un día sonó el teléfono…. Una gran noticia que me llenaba de alegría, al día siguiente debía presentarme en el servicio de urgencias en un hospital de Madrid. Me fui por la mañana temprano pensando que era para darme el programa y había tanta necesidad….. que volví a casa a las 8 de la noche.
Así ha sido este mes que he estado de voluntaria. Un trabajo inmenso, un horario sin límites, pero una gran satisfacción de poder hacer este servicio. Durante estos días he vivido muchas experiencias. Mucho dolor compartido con los enfermos por la gravedad en la llegaban, la dificultad respiratoria que presentaban que les angustiaba, la soledad que sentían, pues debían entrar solos. Mucho sufrimiento de los familiares, por no poder estar cercanos, por no poder tener gestos de cariño, por decirles un adiós que no sabían si era para unos días o para toda la vida. Situaciones vividas muy fuertes, muy duras.
Aparte de consultar, examinar, diagnosticar a los pacientes y darles el tratamiento necesario, lo más bonito ha sido el haber podido estar cerca de ellos y de sus familias, hacer de intermediaria , estar en contacto con los familiares para transmitirles fe, esperanza, seguridad, serenidad . Una palabra de aliento, un apretón de manos, (aun con los guantes) , una mirada llena de ternura, una sonrisa aunque escondida debajo de la mascarilla era lo único que podía darles, y a traves de esto trasmitirles paz, transmitir a Dios… En estos momentos de vulnerabilidad la gente esta tan receptiva, tan “hambrienta”… Realmente cuánto se transmite, pero también cuánto recibes!!! Tus entrañas se estremecen al ver tantas escenas tristes, al escuchar tanto llanto, pero cuánto gozo experimentas al dar un alta, al decir todo va bien, te vas a casa, sigue cuidándote, estas curado… cuánta felicidad sientes cuando la familia te dice gracias con lagrimas en los ojos, te desea mucho ánimo, y te trae una tableta de chocolate para restaurar fuerzas.
Momentos entrañables que nunca olvidare, personas que han quedado muy grabadas en mi mente y en mi corazón, familias de las que guardo su contacto y cuando todo termine…volveremos a encontrarnos. Una experiencia muy especial por l que doy Gracias a Dios.