«No entiendo el misterio de la gracia…
Carta de la Hna. Margaret Mayce, O.P.
«No entiendo el misterio de la gracia – sólo que nos encuentra donde estamos, y no nos deja donde nos encuentra.»
Queridas hermanas,
Como yo, sospecho que ustedes se despiertan cada mañana preguntándose cuántas almas más se han perdido por la pandemia del coronavirus; cuánto tiempo más estaremos en cuarentena; cuándo podremos reanudar nuestros horarios «normales»; cuándo encontrará la ciencia una cura? Hay tanta incertidumbre y tragedia a nuestro alrededor. Es asombroso, por decir lo menos, y parece que no podemos asimilarlo todo. Y sin embargo, algo casi imperceptible nos empuja de vez en cuando a mirar más profundamente; a ser conscientes de los innumerables actos de bondad, tanto simples como extraordinarios, que dan un impresionante testimonio de nuestra conexión en la familia humana; a ser conscientes del don de la Creación y de la naturaleza a medida que avanzamos suavemente hacia otra primavera en el Hemisferio Norte; a ser más conscientes de nuestra necesidad mutua y de Dios. Este período de silencio y oscuridad no invitado puede parecernos ensordecedor e improductivo. Pero es siempre dentro del silencio… dentro de la oscuridad… que las cosas tienen una forma de germinar, de crecer y llegar a la plena madurez.
El Evangelio del cuarto domingo de Cuaresma nos invita a la oscuridad del hombre que nació ciego; y qué terrible oscuridad debe haber sido. Sin embargo, sin ver, el hombre se inclinó hacia este inesperado encuentro con la gracia en la persona de Jesús, y su ceguera fue curada. El Evangelio también nos invita a la ceguera de los fariseos; aquellos que luchan por «ver», pero están cegados ante la presencia de la gracia en medio de ellos. Tal vez como nosotros, no pudieron asimilarlo todo. Para el hombre que nació ciego, el encuentro con Jesús fue un encuentro con la gracia. Para los fariseos, el mismo encuentro fue una intrusión en su bien programada forma de vida. La receptividad al momento, marcó la diferencia en la vida del ciego de nacimiento.
Y aquí estamos, en medio de una pandemia. Ninguno de nosotros pidió estar en este viaje; y nos sentimos tan poco preparados; casi ciegos ante lo que está pasando. Y sin embargo, la gracia nos rodea de una forma que no hemos elegido. Lo que a simple vista parece una oscuridad total, está brillando con chispas de luz justo debajo de la superficie. ¿Nos atrevemos a mirar más profundamente? Nuestra receptividad a este momento, hará toda la diferencia.
Las palabras de sabiduría al principio de este mensaje son de la autora estadounidense Anne Lamott. Son una fuente de inspiración para mí, por lo que me gustaría compartirlas con ustedes, con la esperanza de que nos ayuden a guiarnos en estos tiempos difíciles. Ella dice: «No entiendo el misterio de la gracia, sólo que nos encuentra donde estamos y no nos deja donde nos encuentra». Ninguna de nosotras puede comprender plenamente lo que está sucediendo en este momento. Buscamos respuestas a tientas, y me atrevo a decir que incluso buscamos a tientas alguna señal de la presencia de Dios. Pero la pregunta para nosotros es realmente muy simple; ¿nos inclinaremos hacia lo que es, y dejaremos que la gracia nos encuentre?
San Pablo nos recuerda que «una vez fuimos tinieblas, pero ahora somos luz en el Señor». Esta crisis actual nos ha empujado a un período de silencio y oscuridad sin invitación, lo que conlleva una invitación a prestar atención a lo que normalmente podríamos ignorar. Es siempre dentro del silencio… dentro de la oscuridad… que las cosas tienen una forma de germinar, de crecer, de llegar a la plena madurez. ¿Qué es lo que hay dentro de ustedes; dentro de sus Congregaciones; dentro de nosotras como Hermanas Dominicas Internacionales, que anhela llegar a la plena madurez mientras vivimos estos tiempos tan perturbadores? Sólo el tiempo lo dirá. Pero como la autora señala, la gracia nos encuentra donde estamos, y no nos deja donde nos encuentra. Y mientras esperamos, nuestra receptividad a este momento hará toda la diferencia.
Me sería útil saber si alguna de nuestras hermanas está experimentando dificultades particulares durante este tiempo de cuarentena; y si alguna de nuestras hermanas está enferma con el coronavirus. Cualquier información que pueda transmitirme será muy apreciada.
Continuemos rezando por y con los demás, en un espíritu de profunda solidaridad,
Enviándoles mi profundo afecto desde Roma,
Margaret
Margaret Mayce, OP
Coordinadora Internacional
Confederación Internacional de las Hermanas Dominicas